Angioplastía Coronaria

Angioplastía Coronaria

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Cuando se ha confirmado la presencia de cardiopatía isquémica, ya sea por estudios de diagnóstico o por la presentación clínica, es muy probable que usted requiera de un procedimiento de revascularización para “abrir” sus arterias coronarias que pudiesen estar obstruidas. Este procedimiento se conoce como el nombre de Angioplastía Coronaria y se realiza a través de un Cateterismo Cardiaco.
El cateterismo cardiaco es un procedimiento que se realiza en un área especial del hospital llamada Laboratorio de Hemodinamia. Durante el procedimiento el paciente se encuentra sedado y en raras ocasiones se requiere de anestesia general. El fin de este procedimiento es evaluar la anatomía de las arterias coronarias, ubicar el sitio de obstrucción y de ser posible repararlo (angioplastía coronaria). Para ello se obtiene acceso a una arteria periférica del cuerpo, más comúnmente la arteria radial (en la mano) o la arteria femoral (en la ingle), utilizando anestesia local sobre la piel.
Ya obtenido el acceso en la arteria radial o en la femoral, se inserta un catéter que viaja a través de las arterias del brazo o del abdomen (dependiendo del sitio de acceso) hasta llegar al corazón. Una vez ahí el catéter se coloca en el origen de la arteria coronaria (derecha o izquierda) y se inyecta un contraste (a base de yodo) que a través de fluoroscopía (rayos X) nos permite ver en unas pantallas la anatomía de las arterias coronarias. La arteria coronaria derecha da sangre al lado derecho del corazón (aurícula y ventrículo derechos) y al final de su trayecto se divide en dos ramas secundarias.
La arteria coronaria izquierda es la arteria principal del corazón ya que provee el 60% de la sangre que el corazón requiere para sus actividades (aurícula y ventrículo izquierdos). Para fines prácticos se divide en tres partes, el tronco principal y dos arterias secundarias, la arteria descendente anterior y la arteria circunfleja.
Una vez identificado el problema (estenosis u obstrucción) se procede a repararlo mediante el procedimiento llamado Angioplastía Coronaria. Este procedimiento consiste en dilatar el sitio de obstrucción mediante el uso de balones y para mantener la arteria abierta se implanta finalmente una prótesis llamada Stent que funciona a manera de soporte para evitar que la arteria se vuelva a cerrar.
Los Stents están hechos en su mayoría de metal (cromo-cobalto, cromo-platino, acero inoxidable, o nitinol) y se dividen en dos grandes grupos: los Stent Convencionales y los Stents Liberadores de Fármaco. Estos últimos tienen un recubrimiento especial impregnado de un medicamento que evita la proliferación de células en el sitio de implantación, situación que de ocurrir podría por si misma obstruir la arteria. Este fenómeno llamado reestenosis es más común cuando se utilizan stents convencionales. Por tal motivo los stents liberadores de fármaco son los preferidos en la mayoría de los escenarios.
Una vez realizada la angioplastía y la implantación de un Stent, la arteria coronaria recupera su flujo normal, mejoran los síntomas y se previene el infarto del corazón. En la mayoría de los casos el paciente permanece en el hospital por una noche y es dado de alta usualmente al día siguiente.
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